¡Qué bonito es el sexo en el bosque! Aventurero, pero merece la pena.
22.01.2025
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Acordamos encontrarnos en la linde del bosque y dar un paseo. Cuando llegué, él ya estaba allí, esperando a la sombra, apoyado en el tronco de un árbol.

- Vamos", me cogió de las manos y me condujo por un sendero casi imperceptible. - Es un camino que casi nadie conoce y por el que nadie camina.

Te habías alejado bastante, de repente se volvió hacia ti y dijo....
- Quítate la ropa.
- ¿Aquí?
- Sí.

Obedientemente, me quité la camiseta y me quité el sujetador. - ¿Toda? - Sí, claro. Me quité el resto y caminé hacia delante. Él recogió la ropa y me siguió. - No tengas miedo, no mires atrás, sigue adelante, oí, seguido del crujido de unos arbustos detrás de mí. Miré bruscamente hacia atrás y vi que había desaparecido. - ¡Adelante! - oí a lo lejos. Sola en el bosque, sin ropa, calzando sólo unas ligeras sandalias. La vergüenza se tiñó con una gota de miedo, pero tras un pequeño pisotón indeciso avancé por el sendero. Aparecí, desaparecí entre los árboles. Me asomé con cuidado por detrás de un tronco.

Un claro, un roble extenso en el centro, y bajo el árbol, sobre una manta extendida, le vi. Desnudo, estaba medio tumbado mirándote y sentí que la excitación subía por la parte inferior de mi cuerpo. - No tengas miedo, aquí nunca hay nadie. Sal. Un poco tímida, salí al sol radiante y me acerqué a él. - ¡Siéntate! Me senté de rodillas en el borde de la manta y cogí el vaso de vino que me tendía.....

Absorbí los olores, vi el verde de las hojas, vi mi reflejo en sus ojos. El susurro del bosque se hizo rítmico, y cuando cambié de posición recobré un poco el sentido, pero enseguida me sumergí en una vorágine de dicha, coloreada en tonos verdosos, con el fondo de los trinos de los pájaros y el sonido del viento. Me retorcí y me apreté contra el tronco rugoso y arrugado, y él se movió despacio para que no me arañara... Me puse en cuclillas y miré los árboles que rodeaban el claro....

Y por fin llegó ese momento tan esperado, cuando todo a mi alrededor quedó en silencio y yo, balanceándome sobre él por última vez, sentí fuertes contracciones debajo de mí...